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Autoridades sanitarias advierten mayor circulación del Aedes aegypti, recomiendan descacharrar, usar repelente y consultar rápido ante fiebre y dolor.

Con la llegada de la primavera y los primeros días cálidos, se encienden las alertas frente a enfermedades transmitidas por mosquitos. Una de las más preocupantes es el dengue, cuyo impacto se ha intensificado en los últimos años como consecuencia directa del cambio climático.

Atrás quedaron los tiempos en los que era una enfermedad limitada a regiones tropicales: hoy es un problema de salud pública que se extiende a lo largo y ancho del continente, incluso en zonas donde antes no existía riesgo. El 26 de agosto se conmemora el Día Internacional contra el Dengue, una fecha clave para reforzar la prevención y alertar sobre el avance de esta enfermedad en un contexto marcado por el cambio climático y el aumento de las temperaturas.

El mosquito transmisor no solo se ha adaptado a nuevas zonas, sino que ha extendido su período de actividad: ya no se trata de una amenaza estacional, sino de una presencia constante en muchas regiones del país.

Según la Organización Panamericana de la Salud, en el 2024 se reportaron más de 12,6 millones de casos de dengue en América Latina, casi el triple que en 2023. De ese total, más de 21.000 fueron considerados graves y más de 7.700 personas perdieron la vida. Solo cuatro países concentran la mayoría de los contagios y muertes: Brasil, Argentina, Colombia y México, con Brasil encabezando las cifras.

Aedes aegypti necesita muy poco para reproducirse: apenas unas gotas de agua estancada y algo de calor. El cambio climático le da cada vez más margen para proliferar y mantenerse activo durante todo el año. Por eso, no podemos bajar la guardia.

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